En el vasto cielo estrellado de las regiones del norte, dos luces parecen danzar: son los espíritus de dos zorros, probablemente los mismos del primer juego, que juegan entre las constelaciones hasta que, al tocarse, dejan caer una tercera luz sobre la Isla de los Zorros. Este lugar es el último refugio donde aún persiste algo de vida. A su alrededor, las tierras pertenecientes a las tribus del Oso, Cuervo, Ciervo, Carnero y Lobos han quedado devastadas por la guerra desencadenada por el chamán Grimnir, cuyo paso solo trajo caos y destrucción. En medio de este desolado mundo, ¿qué puede hacer un solo zorro, acompañado por un cuervo, para restaurar la paz? Tal vez, el primer paso sería evitar despertar al maldito Grimnir… pero, irónicamente, eso es justo lo que ocurre al inicio de la historia.

Spirit of the North 2 es una aventura nueva e independiente que, aunque hace guiños a su predecesor, presenta una narrativa fresca. El jugador vuelve a encarnar a una zorro que deambula por un mundo dominado por la naturaleza, donde se vislumbran vestigios de antiguas civilizaciones humanas, abandonadas y en ruinas desde hace siglos. La misión consiste en encontrar a los espíritus totémicos de las tribus, todos corrompidos por la influencia de Grimnir, para purificarlos y, con su ayuda, derrotar al chamán y devolver el equilibrio al mundo. En cuanto a la jugabilidad, el control se basa principalmente en correr y saltar, con saltos en ocasiones automáticos al presionar el botón en el momento justo indicado por una flecha azul. A medida que avanzamos, obtenemos runas y bendiciones que desbloquean nuevas habilidades como el doble salto, planear, aceleración y la capacidad de adoptar temporalmente una forma espiritual.

La interacción con el entorno también es clave: se pueden recoger objetos que funcionan como llaves, activar palancas, sortear plataformas móviles, corrientes de aire o agua, y esquivar trampas que pueden acabar abruptamente con la partida, enviándonos al último punto de control. Al morir, se pierde la moneda principal —cristales—, que sirven para mejorar habilidades o activar obeliscos que revelan el mapa, aunque es posible recuperar una parte si logramos llegar al lugar de la muerte, al estilo de los juegos souls-like. Además, hay misiones que otorgan puntos para mejorar la salud, energía espiritual, capacidad de almacenar cristales o la cantidad de pequeños espíritus acompañantes, indispensables para progresar en la historia.

Visualmente, el título resulta atractivo dentro de su categoría indie: los modelos de la zorro y el cuervo están bien logrados y personalizables, y el mundo natural, aunque algo minimalista, logra transmitir una atmósfera solitaria y melancólica. Sin embargo, este minimalismo también es su talón de Aquiles: la sensación de vacío es constante, con pocos animales o elementos vivos que llenen el entorno. Técnicamente, el juego presenta problemas notables, especialmente en la versión de PS5. En modo fidelidad, el framerate sufre caídas importantes, obligando a cambiar a modo rendimiento a costa de calidad gráfica. La iluminación dinámica, que intenta simular el ajuste progresivo de la visión del zorro al cambiar de ambientes, falla con frecuencia, dejándonos en penumbra absoluta sin solución simple más que retroceder o reiniciar el juego.

El apartado sonoro, aunque limitado a efectos y algunas piezas musicales, también padece glitches y ruidos inesperados. Pero el peor problema está en la respuesta del control con mando, poco pulida y frustrante. Por ejemplo, la aceleración impulsa al zorro hacia el centro de la cámara y no hacia la dirección en la que corre, complicando saltos y maniobras. Si bien un parche de lanzamiento corrigió algunos fallos, la sensación general es que el juego no aprovechó cinco años de desarrollo para mejorar significativamente su base técnica, dando la impresión de ser más un DLC grande que una secuela innovadora.
A pesar de sus carencias, Spirit of the North 2 tiene aspectos destacables. Su mundo abierto es amplio y guarda secretos como los espíritus a descubrir, cuevas y misiones secundarias que aportan variedad. Los acertijos, en ocasiones complejos, y una narrativa que se va desvelando mediante pergaminos, revelan una historia profunda y bien construida. Las batallas contra jefes son diversas y ofrecen una curva de dificultad adecuada, alargando la experiencia a más de una docena de horas, incluso veinte para quienes quieran completarlo al cien por ciento.