Cuando comencé Inhuman Resources, esperaba una sátira oscura con un toque de humor retorcido, algo ligero dentro de un entorno empresarial distorsionado. Pero bastaron unos minutos para entender que esto era mucho más siniestro. Lo que parecía una comedia negra se transforma rápidamente en una experiencia incómoda, inquietante y llena de tensión psicológica, en la que el horror proviene, no de monstruos o entes sobrenaturales, sino de la deshumanización cotidiana dentro del mundo corporativo.

La narrativa es, sin duda, el punto fuerte del juego. Con un enfoque que recuerda a una novela visual, nos introduce en un proceso de entrevistas en una empresa cuyas prácticas desafían toda lógica. No se nos da contexto, respuestas ni explicaciones: solo se nos lanza de cabeza a un ambiente donde nada es lo que parece y donde nuestras decisiones moldean tanto el relato como nuestra supervivencia. Uno de los elementos más interesantes es la forma en que nuestras respuestas no solo afectan la trama, sino también nuestras habilidades. Según cómo respondamos a ciertas preguntas, obtendremos atributos específicos (como competencia tecnológica, fuerza física, etc.) que desbloquean nuevas opciones de diálogo más adelante. Esta mecánica no solo da profundidad a cada partida, sino que invita a rejugar para explorar rutas completamente diferentes.

Visualmente, el juego destaca por su estilo art déco minimalista, con un diseño que combina la estética limpia y pulida de una oficina corporativa con un subtexto de horror psicológico. Esa frialdad estilizada refuerza la atmósfera opresiva del juego. El diseño sonoro también merece mención: efectos inquietantes, ruidos viscerales y silencios estratégicos logran poner los pelos de punta en más de una ocasión. Dicho esto, Inhuman Resources no está exento de fallos. Algunos errores ortográficos y problemas técnicos afectan la experiencia, especialmente en segmentos como los de “Encryptología”, donde en ciertas plataformas (como Steam Deck) se mostraba solo una pantalla glitch sin video, haciendo casi imposible interpretar lo que debía suceder. Además, aunque el juego promete una gran variedad de caminos narrativos, no todas las decisiones se sienten igual de significativas, y algunas rutas terminan sintiéndose redundantes o poco satisfactorias.
Otro punto flojo son ciertos minijuegos ligados a departamentos dentro de la empresa. Aunque la intención de gamificar tareas es interesante, algunos desafíos son tan abstractos o arbitrarios que resultan más frustrantes que divertidos. A esto se suma una recta final que, pese a mantener el suspenso, peca de acelerada y algo inverosímil en ciertos aspectos narrativos, como la repentina transformación completa de un edificio corporativo de tres pisos… en uno de cuatro con infraestructura futurista, en medio del caos urbano. Aun con sus defectos, Inhuman Resources consigue lo que muchos otros juegos narrativos solo intentan: involucrarte emocionalmente. No solo por la trama, sino por cómo adapta el relato a tus acciones. En una segunda partida, incluso conociendo el gran giro argumental, encontré nuevas conversaciones, variantes en los retratos de los personajes y caminos que no había visto antes. Sentí que mis decisiones importaban, y eso es invaluable en un título de este tipo.