Review – Pipistrello and the Cursed Yoyo

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¿Conoces a la familia Pipistrello? Mejor dicho, The Pipistrellos. El nombre suena a clan mafioso y no es casualidad porque Madame Pepper Pipistrello, la fría y poderosa CEO de Pipistrello Industries, no es alguien con quien quieras tener problemas. Su empresa controla el suministro eléctrico de toda la ciudad con mano de hierro. ¿Te llevas mal con ella? Basta un clic para dejarte a oscuras y en la oscuridad, ya sabes, uno puede caerse por las escaleras. Así de claro.

Pero hasta los imperios más duros tienen su talón de Aquiles. Cuatro empresarios rivales han conseguido unas baterías inagotables, rompiendo con el monopolio de Madame y desatando un caos urbano con sus construcciones irresponsables. Para frenar la catástrofe y, claro, proteger su negocio Madame debe recuperar esas baterías. ¿El problema? Están fuertemente custodiadas en instalaciones inaccesibles. Aquí es donde entra Pippit, su sobrina adolescente y campeona amateur de yoyo, que con su juguete encantado deberá infiltrarse, resolver acertijos y luchar en nombre de la familia.

Pipistrello and the Cursed Yoyo, desarrollado por el estudio Pocket Trap, se presenta con una estética retro inspirada en consolas portátiles de los años 90, pero esconde una sorprendente complejidad bajo su apariencia pixelada. Combina con maestría acción, exploración no lineal, puzles ambientales y personalización profunda dentro de un mapa gigantesco de más de mil pantallas. Por algo lo han bautizado como Yoyovania. Al comienzo, Pippit tiene movimientos limitados y parece casi indefensa frente a los peligros: charcos de ácido, caídas imposibles, trampas letales. Pero la gracia está en ir desbloqueando nuevas técnicas con el yoyo, que van desde girarlo como un arma giratoria estilo morning star, hasta caminar sobre el agua, hacer wall jumps, desviar proyectiles o atrapar objetos a distancia como si fuera una versión compacta del látigo de Indiana Jones.

Cada habilidad desbloquea rutas nuevas, introduce mecánicas únicas y enriquece la navegación. Y justo cuando crees haberlo visto todo, el juego te sorprende con pequeños niveles estilo puzle que podrían funcionar perfectamente como títulos independientes. El crecimiento de Pippit no se basa en subir niveles ni acumular estadísticas, sino en configurar una combinación de trucos y mejoras que se adapten a tu estilo de juego. Solo puedes equipar dos técnicas especiales a la vez, por lo que cada combate y cada zona requiere planificación. A esto se suma un sistema de habilidades bastante peculiar: los upgrades se obtienen mediante un vendedor que odia las monedas usadas (sí, literal). ¿La solución? Firmar un contrato en el que cedes la mitad de tus ingresos futuros hasta saldar la deuda. Mientras tanto, tu personaje sufre penalizaciones que afectan su salud, fuerza o movilidad.

Una mecánica que añade gestión de riesgos en medio del plataformeo, y que te obliga a decidir si vale la pena ir con desventaja durante un buen rato a cambio de una mejora a largo plazo. El mapa de Pipistrello and the Cursed Yoyo es tan ambicioso como variado. Desde una ciudad caótica con túneles secretos hasta un centro comercial lleno de trampas, pasando por una arena de combate, un cine con salas escondidas y un ciberespacio que juega con las reglas del entorno. Todo esto aderezado con humor absurdo y referencias noventeras.

La duración ronda las 20 horas si te dedicas a explorar todo y desbloquear el final secreto, con opción de New Game Plus para seguir exprimiendo el contenido. Lo único que se queda corto es el diseño de los enemigos comunes, algo genéricos y con poca amenaza salvo cuando aparecen en grupos numerosos. Por suerte, las peleas contra jefes están mejor diseñadas, aunque la dificultad general se mantiene accesible para la mayoría. Y como broche de oro, la música corre a cargo de Yoko Shimomura, compositora de clásicos como Kingdom Hearts y Street Fighter II, quien aporta un toque nostálgico y emocional a una banda sonora que encaja perfecto con el tono retro y rebelde del juego.

CONCLUSIÓN

Pipistrello and the Cursed Yoyo es mucho más que un metroidvania con estética retro. Es una carta de amor a los videojuegos portátiles de antaño, pero con ideas frescas, mecánicas bien pensadas y un diseño de niveles brillante. La historia mezcla sátira corporativa con comedia absurda, el sistema de progresión desafía lo convencional y la jugabilidad evoluciona de forma orgánica y adictiva.

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