En Trident’s Tale nos ponemos al mando de Ocean, una joven capitana con espíritu indomable y una personalidad chispeante, embarcada en una misión épica: reunir los fragmentos del Tridente de la Tormenta, un artefacto ancestral con poderes marinos extraordinarios. Aunque el argumento no destaca por su originalidad, cumple su función con una narrativa simpática y accesible, que remite de inmediato al cine de animación familiar con tintes de aventura clásica. La búsqueda del legendario tridente se ve enriquecida por un objetivo más personal: rescatar al abuelo de Ocean. Este elemento añade una dimensión emocional que, sin profundizar demasiado, logra aportar calidez a una trama que se mantiene firme en su enfoque “family-friendly”. Sin embargo, el apartado narrativo no alcanza grandes alturas y se apoya en una ejecución funcional más que en una construcción argumental sorprendente.

El doblaje acompaña sin deslumbrar: algunas voces carecen de energía o carisma, lo cual resta fuerza a los diálogos y a la inmersión general. Las escenas animadas, si bien coherentes con el estilo visual del juego, presentan movimientos algo toscos y poco refinados, lo que puede recordar a producciones de generaciones anteriores. El juego se divide entre navegación en altamar y combates terrestres. En el mar, el sistema de exploración es sencillo pero efectivo: viajamos de isla en isla enfrentando piratas, monstruos marinos y tormentas, mientras mejoramos nuestra embarcación tanto estética como funcionalmente. Esta parte resulta muy disfrutable gracias a su dinamismo y a los eventos aleatorios que le otorgan variedad.

Por su parte, el combate en tierra mezcla armas de fuego, espadas y magia, gestionadas por una barra de energía que se recarga con los ataques. Los enfrentamientos no exigen demasiada destreza, pero integran algunos elementos estratégicos –como estados alterados o el uso del entorno– que aportan interés, especialmente en las batallas contra jefes. Aun así, los enemigos comunes caen pronto en la repetición, y algunas misiones parecen diseñadas más para extender la duración que para enriquecer el contenido. Uno de los mayores aciertos del juego es la tripulación que acompaña a Ocean. A lo largo del viaje conoceremos a personajes excéntricos y entrañables: desde un violinista hasta una chamana, pasando por un esqueleto viviente y un robot. Cada uno tiene habilidades únicas que no solo influyen en el combate, sino también en la exploración. Esta variedad contribuye a romper la rutina y otorga un ritmo fresco a la aventura.
A diferencia de otros títulos del estudio como King of Seas, aquí se abandona la generación procedural en favor de mapas diseñados a mano. Esto se traduce en entornos más ricos y coherentes, con puzles ambientales, secretos ocultos, atajos y una ambientación que mezcla con acierto lo pirata, lo mágico y lo steampunk. Además, la inclusión de un ciclo día/noche añade cambios visuales y conductuales en los enemigos, lo cual ayuda a mantener el interés. Trident’s Tale apuesta por una estética caricaturesca, colorida y amigable, muy acorde con su tono general. Aunque no rompe moldes visuales, su presentación es coherente y atractiva, con un océano especialmente bien logrado. Las animaciones podrían mejorar, pero no afectan gravemente la experiencia. La duración –entre 13 y 16 horas– está bien medida, ofreciendo una aventura compacta, ideal para quienes buscan desconectar sin invertir decenas de horas.