Tras años de espera, Borderlands 4 llega con la promesa de revitalizar la saga, aunque con resultados mixtos. En cuanto a historia, Gearbox se aleja de Pandor a favor de Kairos, un planeta gobernado por el tiránico Czasomistrz, donde nuestro objetivo es impulsar la resistencia, liberar regiones y enfrentar a tres temibles ejecutores del régimen. La narrativa se siente más madura: menos memes, más contexto y peso situacional, aunque sin un villano que deje una huella tan icónica como Handsome Jack. Los personajes nuevos brillan por sí mismos, y los retornos de los clásicos, como Claptrap, se dosifican con acierto.

El mayor salto se siente en la jugabilidad y la movilidad. Borderlands 4 introduce doble salto, deslizamiento, cuerda con gancho, planeador y, por primera vez, la posibilidad de nadar sin morir instantáneamente. Esto transforma por completo la exploración y el combate, y se combina con la opción de invocar vehículos en cualquier lugar. La sensación de libertad es real, aunque a veces se ve limitada por barreras invisibles que rompen la ilusión de un mundo abierto total.

Kairos es un mundo más conectado y diverso que nunca: desde dunas y cañones hasta zonas urbanizadas bajo control del régimen, cada región está llena de misiones secundarias, eventos temporales y secretos, lo que da ritmo y profundidad a la exploración. Sin embargo, esta abundancia puede volverse abrumadora: algunas actividades se sienten obligatorias para progresar, y la repetición de enemigos en la segunda mitad de la campaña resta frescura. El sistema de progresión también ha mejorado.

Cada uno de los cuatro cazadores ofrece tres árboles de habilidades distintos y el nuevo sistema Firmware permite combinar bonificaciones en escudos y módulos, incentivando la experimentación. La sensación de forjar tu propio estilo de combate es más clara que en entregas anteriores, aunque ciertos builds pierden eficacia y el loot sigue teniendo altibajos. El combate es, quizá, lo más sólido del juego. Las armas se sienten contundentes, con disparos satisfactorios y mecánicas refinadas, mientras que los jefes presentan patrones únicos que obligan a adaptar estrategias y aprovechar el entorno, un avance notable respecto a la mera piñata de balas de Borderlands 3.
No obstante, los problemas técnicos empañan la experiencia. En PS5 Pro se observa un molesto consumo de memoria y pérdida de fluidez durante largas sesiones; en PC, incluso con hardware de gama alta, la optimización es irregular, con necesidad de ajustar configuraciones para equilibrar rendimiento y calidad visual. La presentación gráfica es correcta, pero lejos de ser espectacular, y los bugs ocasionales interfieren con la progresión. En contraste, el apartado sonoro cumple: música dinámica y doblaje sólido complementan la acción sin desentonar.