Review – Death Stranding 2: On the Beach

Compartir Artículo

Hace ya más de seis años, el primer Death Stranding sorprendió con su visión inquietante de un mundo fragmentado, plagado de soledad, espectros y conexiones rotas. Fue etiquetado como un “simulador de caminatas” por quienes no supieron ver más allá de su ritmo contemplativo. Pero detrás de sus largos trayectos, ocultaba una narrativa robusta, cargada de simbolismo, personajes entrañables y un subtexto filosófico sobre la reconstrucción, la pérdida y la esperanza. No era un juego para todos, pero dejó una marca indeleble. La secuela retoma ese legado y lo expande con inteligencia. El subtítulo On the Beach no es una metáfora cualquiera: esa playa es un lugar real dentro del lore, y no todos pueden –o deben– llegar a ella.

Tras los eventos del primer juego, Sam ha dejado atrás su rol como repartidor estrella; la UCA ha evolucionado, la automatización ha reemplazado en parte su trabajo, y él vive retirado en la frontera sur del continente, junto a una ya crecida Lou. Pero la tranquilidad no dura mucho: Fragile lo encuentra y le propone un nuevo trabajo en Dawnbridge, su flamante empresa de mensajería, que tiene como misión establecer conexiones en una región desolada del planeta. ¿El punto de partida? México. Durante las primeras horas, el juego nos ofrece un prólogo engañosamente amplio: lo que parece ser la introducción en territorio mexicano termina siendo un capítulo completo, en el que se reintroducen mecánicas, enemigos y conceptos clave como los BT, los voidouts o los BB. La enciclopedia Corpus se convierte en un aliado indispensable, repleta de información útil tanto para veteranos como para nuevos jugadores. Todo está explicado con claridad y sentido narrativo, lo cual facilita la inmersión en este mundo devastado.

A nivel jugable, Death Stranding 2 mantiene la esencia de su predecesor: largas caminatas a través de terrenos hostiles, cargando suministros que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte para los asentamientos más aislados. Sin embargo, la variedad de obstáculos naturales ha aumentado: lluvias corrosivas, ríos embravecidos, tormentas de arena que entorpecen la visibilidad, e incluso terremotos que amenazan con hacerte perder el equilibrio en cualquier momento. La exploración sigue siendo desafiante, pero nunca injusta. Gracias a la implementación del DualSense, cada paso sobre grava, cada vibración del terreno, cada susurro del viento se siente con una intensidad sorprendente. El realismo sensorial es una de las grandes fortalezas del juego, que también brilla en su apartado visual: desde la expresividad de los personajes hasta los detalles en la vegetación o las partículas en suspensión, todo luce impecable. El trabajo de actuación –con Norman Reedus, Léa Seydoux, Guillermo del Toro y nuevas incorporaciones como Elle Fanning– eleva aún más la narrativa.

Eventualmente, la acción se traslada a Australia, donde el objetivo vuelve a ser el mismo: conectar, reconstruir, unir. Y aunque el bucle jugable se mantiene, hay suficientes novedades como para evitar la repetición. Entre ellas destaca la construcción de un sistema de monorraíl que permite conectar regiones alejadas, así como la posibilidad de personalizar vehículos con mejoras ofensivas o defensivas. El componente online, una de las señas de identidad del primer juego, regresa más sólido: nuestras estructuras pueden ayudar a otros jugadores, y viceversa. Colocar una escalera o una tirolina en el lugar adecuado puede ser un gesto salvador. Además, se introducen más opciones de cooperación indirecta, fomentando esa sensación de comunidad sin necesidad de contacto directo. En lo narrativo, Kojima se guarda sus mejores cartas. Sin caer en spoilers, es justo decir que hay giros inesperados, personajes enigmáticos y momentos que desdibujan las fronteras entre lo tangible y lo espiritual. La historia profundiza en los lazos emocionales, en la naturaleza del sacrificio y en la delgada línea que separa la vida de la muerte.

La “playa”, en este caso, no es solo un lugar: es una idea, un umbral, un destino inevitable.Por otro lado, el enfoque en el sigilo y el combate se ha ampliado. Ahora es más frecuente encontrarse con asentamientos enemigos o emboscadas, y contamos con más herramientas para enfrentarlas. El sigilo se ha refinado, el combate cuerpo a cuerpo es más fluido y el arsenal se ha diversificado. A veces es mejor evitar el enfrentamiento, otras veces es inevitable, y algunas más, incluso deseable. El juego permite al jugador decidir cómo encarar cada situación, y en esto se siente más cercano que nunca a la saga Metal Gear Solid. El ciclo de día y noche también influye en la estrategia: algunos enemigos se vuelven más agresivos con la oscuridad, mientras que otras rutas se vuelven más viables si se aprovecha la cobertura de la noche. Todo esto se refleja en el sistema de progresión, que evalúa cada misión y permite mejorar tus habilidades según tu estilo de juego: entrega, sigilo o combate.

Finalmente, el apartado sonoro merece una mención especial. La mezcla de efectos, el uso del 3D audio, los sutiles sonidos a través del control y, por supuesto, la banda sonora –con temas de Woodkid y otros artistas– hacen de cada travesía un viaje emocional. Hay momentos en los que basta detenerse a contemplar el paisaje mientras suena una canción para que el juego justifique su existencia.

CONCLUSIÓN

Death Stranding 2: On the Beach no intenta repetir el impacto sorpresa de su antecesor, porque sabe que eso sería imposible. En cambio, se apoya en sus fortalezas para construir una experiencia más sólida, madura y arriesgada. Kojima vuelve a apostar por un videojuego que no teme a la introspección, que plantea preguntas en lugar de respuestas, y que invita al jugador no solo a conectar lugares, sino también emociones. Puede que no sea un éxito de ventas arrollador, pero es un triunfo creativo, y una muestra más de que aún existen espacios para el arte en medio del entretenimiento masivo. Un viaje que vale la pena emprender, incluso si la meta sigue siendo un misterio.

Articulos Relacionados

Review – Children of the Sun

Al comienzo del juego, nada estará claro sobre la...

Review – Welcome to ParadiZe

Welcome to ParadiZe nos lleva a la tierra de...

Xbox tendrá su propio Helldivers 2 gracias a la comunidad de Halo Infinite

Helldivers 2 tomó al mundo por sorpresa y se...

Review – Expeditions: A MudRunner Game

Durante años tuvimos simulaciones de coches de carreras, carreras...

Review – Dark and Deep

Dark and Deep te sumerge en un mundo oscuro...

Mickey 17 es un gran fracaso para Warner Bros

En el 2020, Parasite de Bong Joon-ho ganó el...
Death Stranding 2: On the Beach no intenta repetir el impacto sorpresa de su antecesor, porque sabe que eso sería imposible. En cambio, se apoya en sus fortalezas para construir una experiencia más sólida, madura y arriesgada. Kojima vuelve a apostar por un videojuego que no teme a la introspección, que plantea preguntas en lugar de respuestas, y que invita al jugador no solo a conectar lugares, sino también emociones. Puede que no sea un éxito de ventas arrollador, pero es un triunfo creativo, y una muestra más de que aún existen espacios para el arte en medio del entretenimiento masivo. Un viaje que vale la pena emprender, incluso si la meta sigue siendo un misterio.Review - Death Stranding 2: On the Beach