Review – Devil Jam

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Devil Jam parte de una premisa tan sencilla como efectiva: un músico ha sellado un pacto con el diablo y, a cambio de un talento descomunal, queda atrapado en un ciclo interminable de batallas contra hordas infernales. Cada derrota lo devuelve a un espacio que funciona como refugio y punto de partida, un pequeño vestíbulo donde puede conversar brevemente con otros personajes y ajustar su progresión antes del siguiente intento. Esta estructura roguelite podría sostener una narrativa interesante, pero la historia apenas se desarrolla y los diálogos carecen del peso o la chispa necesarios para destacar. El resultado es un trasfondo que acompaña sin estorbar, pero que rara vez consigue quedarse en la memoria del jugador.

En lo jugable, Devil Jam se inscribe en la corriente de títulos inspirados en Vampire Survivors, un género que ha proliferado tanto como los enemigos que suelen poblarlo. Y, como ocurre en muchos de estos imitadores, la calidad oscila entre propuestas ingeniosas y productos que apenas alcanzan lo funcional. El juego se sitúa en un punto intermedio: no logra enganchar con la fuerza de sus referentes, pero tampoco se limita a replicar la fórmula sin aportar nada. Su mejor idea es el sistema de equipamiento basado en doce ranuras donde se distribuyen habilidades y ataques. La posición de cada elemento es crucial, porque ciertos potenciadores afectan solo a las casillas adyacentes o diagonales, lo que obliga a planear la configuración del personaje con cuidado. Una distribución descuidada puede condenar a una muerte rápida, mientras que una combinación acertada transforma al protagonista en una máquina imparable capaz de neutralizar incluso a los jefes.

Sin embargo, la ejecución no está a la altura de la idea. En un juego que gira en torno a la música y a una estética ligada al ritmo, se esperaría una experiencia marcada por la sincronía, la cadencia y el flujo. Nada de eso ocurre aquí. Los ataques se sienten dispersos, sin cohesión, y el combate carece de la musicalidad que podría haberlo convertido en una propuesta distintiva. A ello se suma una escasez evidente de contenido: un único bioma, enemigos poco memorables y animaciones básicas que no consiguen dotar de personalidad al mundo demoníaco que pretende representar. Tampoco existe una personalización significativa del protagonista, y el juego no ofrece un endgame capaz de mantener el interés tras completar la campaña, lo que deja la experiencia huérfana una vez superado su arco principal.

Aun con todas estas limitaciones, Devil Jam posee cierto atractivo. Su tono, su dirección artística y su enfoque en la combinación de habilidades permiten disfrutarlo durante unas horas como una alternativa ligera dentro del género. Es un título que puede saciar el deseo de experimentar algo en la línea de Vampire Survivors, pero no alcanza la madurez ni la creatividad necesarias para sostenerse a largo plazo. En definitiva, es una aventura que se juega sin demasiadas pretensiones, con momentos divertidos pero sin sorpresas, y que probablemente se olvidará tan rápido como se completa.

CONCLUSIÓN

En definitiva, Devil Jam es una aventura que se juega sin demasiadas pretensiones, con momentos divertidos pero sin sorpresas, y que probablemente se olvidará tan rápido como se completa.

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