La trama de Eternal Strands sigue a Brynn, una guerrera y tejedora (una especie de hechicera), junto a su grupo de tejedoras errantes, quienes han sido desterradas de la sociedad tras la catástrofe mágica conocida como la Oleada, desatada por los Arcana, que devastó la tierra. La aventura comienza cuando el grupo logra superar una barrera mágica, el Velo, y acceder al Enclave, un antiguo centro cultural de su gente. A partir de ahí, su misión es descubrir el origen de la catástrofe, explorando estas tierras recién reveladas. Aunque la historia de Eternal Strands no ofrece premisas completamente novedosas, su verdadero valor radica en sus personajes. Laidlaw y su equipo han desarrollado cuidadosamente a cada uno, desde la protagonista hasta sus compañeros de viaje. Todos tienen motivaciones y conflictos personales, y las misiones secundarias profundizan en sus historias. No obstante, la trama principal, aunque interesante, se ve afectada por un ritmo algo inconsistente: empieza lento, luego toma impulso, pero no alcanza esa epicidad que caracteriza a las grandes historias de fantasía.

Esto pone en evidencia las limitaciones de producción del juego. Los diálogos se presentan mediante textos doblados con ilustraciones estáticas de los personajes, y aunque hay opciones múltiples durante las conversaciones, su impacto en la historia es mínimo debido a la falta de un sistema moral que altere los eventos. Es posible que la naturaleza indie del proyecto, sumada a la prioridad de Yellow Brick Games por otros aspectos de la producción, explique estas carencias narrativas. Tras el prólogo, Brynn y su grupo se establecen en un campamento, que actúa como centro para interactuar con sus compañeros, aceptar nuevas misiones y visitar a diversos proveedores. Desde allí, también pueden acceder a un portal de teletransportación para viajar a diferentes áreas y enfrentar misiones.

El mundo de Eternal Strands se divide en varias zonas que se pueden explorar libremente, al estilo sandbox. La comparación con The Legend of Zelda: Breath of the Wild es inevitable, ya que Brynn puede escalar cualquier pared, siempre vigilando una barra de resistencia lo suficientemente generosa para evitar frustraciones. Aunque la libertad de exploración es agradable, pronto se convierte en algo superficial, ya que escalar árboles o estructuras altas no tiene un impacto significativo en el juego. El combate cuerpo a cuerpo contra enemigos básicos resulta poco satisfactorio. Hay solo dos tipos de armas cuerpo a cuerpo (espada y escudo, o mandoble a dos manos), más arco y flechas. No hay mucha variedad de enemigos, y las mecánicas de combate, como la respuesta de los golpes, dejan que desear. Aunque más adelante se desbloquean armas infundidas con poderes elementales, el combate no se beneficia mucho de ellas, y la magia se convierte rápidamente en el punto fuerte de la jugabilidad.

El sistema mágico gira en torno a tres elementos: fuego, hielo y aire (telequinesis), y ofrece una interacción creativa entre ellos. Por ejemplo, la habilidad de crear corrientes de hielo permite congelar enemigos, apagar incendios o debilitar armaduras. La telequinesis resulta útil para lanzar objetos y manipular escudos enemigos, creando explosiones. El fuego causa daño por quemaduras, pero también puede propagarse por el entorno, siendo útil en zonas heladas. Estos elementos se ven influenciados por el clima, lo que afecta tanto la exploración como el combate. Aunque el sistema de frío/calor requiere que se equipen prendas para resistir ciertos elementos, el juego presenta cierta incertidumbre en cuanto a cuántos artículos usar para obtener el mismo beneficio que una poción. A pesar de estos problemas, los hechizos básicos ofrecen satisfacciones, y desbloquear variantes y combinaciones de hechizos hace que el combate sea aún más interesante.

Llega un punto en que la magia se convierte en la principal herramienta de combate, con la precaución de no exagerar, ya que el fuego y el hielo pueden afectar tanto a enemigos como al jugador. El juego también presenta dinámicas que recuerdan a Monster Hunter y Shadow of the Colossus, ya que hay varios jefes monstruosos y gigantes que requieren estrategias específicas para ser derrotados. Por ejemplo, al enfrentar a un coloso que golpea el suelo, se puede usar hielo para inmovilizarlo y luego escalarlo para golpear sus puntos débiles. Aunque las peleas contra jefes se sienten satisfactorias, la repetición de enfrentamientos y la recolección de materiales, aunque no llega a los extremos de Monster Hunter, puede volverse algo tediosa. El sistema de materiales permite crear armas y armaduras mejoradas, con una interesante mecánica que varía según los materiales usados.
Eternal Strands logra mezclar elementos de otras franquicias, pero a pesar de sus debilidades, ofrece una jugabilidad única y momentos brillantes. Sin embargo, algunos problemas técnicos, como fallos con la cámara o la física, pueden afectar la experiencia. Además, la falta de profundidad en las armas y una estructura de misiones repetitiva restan algo de encanto. A nivel visual, el juego destaca con su paleta de colores brillantes, pero se siente similar a otros títulos con estilo de juego similar al de Fortnite, sin aportar una identidad propia. La banda sonora de Austin Wintory, por su parte, logra resaltar las batallas más épicas. Un detalle importante es la falta de localización en italiano, lo que limita la accesibilidad.