A diferencia de otras entregas, F1 25 llegó sin demasiados rodeos. Pocas pruebas previas, novedades reveladas con cuentagotas y una campaña promocional breve pero intensa, que comenzó apenas dos meses antes del lanzamiento. Esta discreción por parte de Codemasters encendió en muchos fanáticos —incluyéndome— una gran expectativa. Y es que, por fin, la desarrolladora dejó atrás a las consolas de la generación anterior, permitiendo soñar con una experiencia más robusta y ambiciosa. Ahora, con el juego ya en nuestras manos, puedo decir con tranquilidad que F1 25 está a la altura. Se nota pulido, amplio en posibilidades y afinado en sus modos de juego. Se siente como un hogar acogedor para cualquier amante de la Fórmula 1.

Uno de los puntos fuertes es el regreso del modo historia, Braking Point 3, ideal para quienes se acercan por primera vez al juego o buscan una experiencia narrativa. Vuelven rostros conocidos como Aiden Jackson, Devon Butler y Casper Akkerman, y se nos invita a sumergirnos en una nueva temporada con giros de guion, tragedias inesperadas y desafíos dentro y fuera de la pista. Lo interesante es cómo la historia evoluciona en tiempo real: objetivos simples pueden cambiar sobre la marcha por incidentes predeterminados, como fallos mecánicos o reventones de neumáticos, lo que añade un elemento de sorpresa constante. El renovado modo MyTeam se transforma en una experiencia mucho más cercana a la de un simulador de gestión. Ahora sí se siente que estamos al mando de una escudería. Desde la investigación y el desarrollo de piezas, hasta la administración del presupuesto, las relaciones con los pilotos o la negociación de contratos, cada aspecto ha sido rediseñado para ofrecer más profundidad y realismo.

Se introduce, por ejemplo, un nuevo sistema de puntos de recursos que favorece a los equipos con peores resultados, replicando regulaciones reales. La interacción con los pilotos ahora puede tener consecuencias estratégicas, y los gastos se deben manejar con cautela para evitar que un buen desarrollo técnico se convierta en una carga financiera. Incluso se incluye un editor visual para personalizar el aspecto del equipo, lo que suma un grado de inmersión muy agradecido. El nuevo centro de mando y los puntos de experiencia del dueño del equipo son la guinda del pastel: permiten desbloquear habilidades, mejoras e influir directamente en el estilo de liderazgo y reputación del jugador. Para quienes prefieren una experiencia más directa, el modo Carrera ofrece la opción de competir como piloto real o creado por el jugador, ya sea en solitario o en cooperativo. Por su parte, F1 World sigue ampliando su propuesta, combinando carreras sueltas, desafíos semanales, modos online y pruebas contrarreloj, todo dentro de una estructura con divisiones que emparejan a los jugadores según su habilidad y comportamiento en pista.

Sin embargo, aún se echa de menos un verdadero hub multijugador que permita explorar el universo F1 en compañía de otros jugadores de forma más libre y social. Codemasters ha comenzado a implementar la tecnología LIDAR, que mejora la precisión de los circuitos mediante escaneo láser. Gracias a esto, pistas como Bahréin, Miami, Melbourne o Suzuka presentan cambios sutiles pero significativos en su topografía, especialmente en los bordes y pianos. La experiencia de conducción gana en realismo, y eso se agradece. Además, F1 25 incluye versiones invertidas de Silverstone, Zandvoort y Red Bull Ring, lo cual añade variedad y un toque refrescante para quienes ya conocen estos trazados al dedillo. La inteligencia artificial ha dado un paso adelante. Los rivales ahora se defienden con mayor inteligencia, usan el rebufo, gestionan el ERS con más criterio y se lanzan al ataque con maniobras más arriesgadas, al estilo Verstappen. La conducción en “aire sucio” se siente más auténtica: las gomas se sobrecalientan, los errores son más frecuentes y mantener el ritmo exige mayor concentración.
Eso sí, aún hay aspectos mejorables. En clasificación, la IA sigue fallando en la gestión del tráfico, posicionándose mal o frenando sin lógica aparente, algo que rompe la inmersión en momentos clave. Por otra parte, el manejo ha sido ajustado para ofrecer un mayor desafío. La pérdida de adherencia, el desgaste más rápido de neumáticos y una dirección menos permisiva castigan a los conductores agresivos. Con lluvia, el control se vuelve todavía más exigente, especialmente si se juega con mando. Visualmente, F1 25 no representa un salto notorio. Los monoplazas lucen espectaculares, pero los modelos de los pilotos siguen siendo poco expresivos, casi de yeso. Los circuitos remasterizados mejoran notablemente, aunque algunos presentan artefactos molestos en ciertas ubicaciones como Austin o São Paulo. Por el lado positivo, hay más detalles contextuales: partículas, suciedad, nuevas animaciones, audios reales de los pilotos y mayor control sobre el sistema ERS, lo que contribuye a una experiencia más redonda.