Cuando id Software presentó DOOM: The Dark Ages, la idea de un FPS medieval sonó fresca y atrevida. Sin embargo, basta mirar un poco hacia atrás para recordar que esa combinación de disparos y fantasía oscura ya había sido explorada en los noventa con dos títulos que hoy regresan en forma de colección: Heretic + Hexen. En plena fiebre post-DOOM de 1993, el mercado se llenó de clones y reinterpretaciones que intentaban replicar el fenómeno de id Software. Lo curioso es que fue la propia compañía, en colaboración con Raven Software, la que apostó por llevar la fórmula a un terreno distinto: escenarios medievales, magia, objetos encantados y un tono mucho más sombrío. Así nació Heretic (1994), seguido poco después por Hexen: Beyond Heretic (1995). Ambos marcaron un antes y un después en la historia de los FPS y, de alguna manera, fueron un “Dark Ages” adelantado tres décadas.

A primera vista, Heretic podía parecer un simple “DOOM con otra skin”. Sin embargo, introdujo mecánicas que lo convirtieron en algo más: la posibilidad de usar un inventario con objetos acumulables, desde antorchas y pociones curativas hasta huevos mágicos capaces de transformar a los enemigos en gallinas. Esta novedad rompía con la inmediatez de DOOM y añadía una capa estratégica que enriquecía la acción. El diseño de niveles mantenía la clásica estructura de eliminar enemigos, buscar llaves y abrir puertas, pero el cambio estético era total: vitrales, portales encantados, criptas y armas que pasaban de ser pistolas y rifles a convertirse en báculos infernales, garras de dragón o guantes de nigromante. Un DOOM con alma de fantasía oscura.

Si Heretic fue una reinterpretación ingeniosa, Hexen fue directamente un experimento audaz. El juego introdujo elementos de rol, como la elección de personajes (guerrero, clérigo o mago), cada uno con habilidades y armas únicas. Además, el level design dejó de ser lineal y adoptó una estructura más compleja, con puzzles, interruptores y micro-misiones que rompían la monotonía. También añadió dos características revolucionarias para la época: el salto y la mira vertical manual, acercándose más a lo que entendemos hoy como un FPS moderno. En su momento resultó todo un hito que amplió las posibilidades del género. Treinta años después, Nightdive Studios trae de vuelta este legado con un trabajo de restauración impecable.

La colección incluye no solo Heretic y Hexen, sino también sus expansiones (Shadow of the Serpent Riders y Deathkings of the Dark Citadel), además de dos campañas inéditas creadas para la ocasión: Heretic: Faith Renewed y Hexen: Vestiges of Grandeur. El apartado técnico luce renovado con soporte para 4K, 120 FPS y pantalla panorámica, conservando la estética original pero adaptada a los estándares actuales. A esto se suman un multijugador online crossplay para hasta 16 jugadores, cooperativo local a pantalla dividida, banda sonora reorquestada por Andrew Hulshult, compatibilidad con mods de la comunidad y una galería de materiales clásicos en la sección Vault. Todo ello por un precio accesible que lo hace aún más atractivo.
La única espina clavada es la ausencia de Heretic II y Hexen II, que habrían completado la experiencia. Sin embargo, sus motores gráficos (basados en Quake y en un entorno 3D en tercera persona) habrían requerido un trabajo adicional difícil de justificar en esta primera entrega. Quizá quede la puerta abierta para un “Heretic + Hexen Parte 2” en el futuro.