Pequeñas pesadillas que se vuelven gigantes. Ese ha sido siempre el encanto de Little Nightmares, pero en esta tercera entrega el miedo se expande hasta un punto en el que ya no resulta tan fácil enfrentarlo en soledad. Por primera vez, la aventura apuesta por una experiencia cooperativa desde el primer momento, permitiendo que otro jugador tome el control de tu compañero o que la inteligencia artificial sea quien te acompañe, si así lo prefieres. Pero la mayor novedad no está dentro del juego, sino detrás de su creación: Tarsier Studios deja la saga en manos de Supermassive Games, un estudio con gran trayectoria en el terror narrativo. La duda era inevitable: ¿estaríamos ante un nuevo despertar inquietante o frente a una auténtica pesadilla?

Lo que queda claro es que Supermassive Games no ha querido reinventar demasiado la fórmula. Desde el primer minuto, Little Nightmares 3 se siente como un regreso a un universo que ya conocemos, tan extraño como fascinante, tan opresivo como hipnotizante. Ahora seguimos la historia de Low y Alone, una dupla que debe abrirse paso por el desconocido y grotesco lugar llamado Nowhere, donde cada escenario cuenta algo inquietante y cada sombra parece tener vida propia. El estilo visual vuelve a ser un espectáculo macabro de fondo, lleno de detalles que invitan tanto a admirar como a desconfiar de lo que se mueve fuera de plano. Sin embargo, en más de una ocasión la oscuridad exagerada juega en contra del jugador, haciendo que incluso con el brillo alto resulte difícil distinguir un camino o un peligro.

La esencia jugable sigue siendo la misma: avanzar con cautela, explorar, trepar, empujar objetos y resolver acertijos accesibles mientras un ambiente asfixiante te hace sentir que algo terrible podría irrumpir en cualquier momento. Y cuando eso ocurre, la adrenalina se dispara y no hay margen para el error. Aquí es donde la naturaleza cooperativa se convierte en un arma de doble filo. Tener dos personajes multiplicará las posibilidades de interactuar con el entorno, pero también duplica la probabilidad de fallar. En este juego, una mala decisión, un salto titubeante o un retraso de segundos se paga con la muerte instantánea. Todo parece diseñado para recordarte constantemente lo vulnerable que eres.

Ese carácter implacable no sería un problema si la precisión estuviera de tu lado, pero la saga continúa arrastrando su mayor defecto: el control y la perspectiva pueden jugarte muy malas pasadas. Los planos cinemáticos y la jugabilidad en 2.5D hacen que calcular distancias y profundidades se convierta en un acto de fe. Un paso torcido y terminas cayendo al vacío; un ángulo mal tomado y un enemigo te alcanza sin que tengas oportunidad de reaccionar. Y cuando se acumulan estas frustraciones, es fácil olvidar que el verdadero terror del juego debería ser el mundo que te quiere devorar, no la cámara que te traiciona. Las habilidades únicas de Low y Alone, como el arco y la llave inglesa, aportan pequeños destellos de creatividad al resolver algunos obstáculos en conjunto.

Sin embargo, su presencia es tan esporádica que nunca llegan a convertirse en un elemento verdaderamente memorable dentro del diseño del juego. Da la sensación de que el cooperativo pudo haber impulsado la evolución de la saga, pero se queda a medio camino en lugar de brillar como una innovación central. Aun con sus tropiezos, Little Nightmares 3 logra mantenerte atrapado durante las escasas cinco horas que dura su aventura, sobre todo por su impecable trabajo en atmósfera y narrativa visual. Viajar por Nowhere es inquietante, sorprendente y hasta hermoso de una manera muy retorcida. Y cuando llega el final, Supermassive demuestra que entiende la profundidad emocional que caracteriza a esta serie, entregando un cierre que deja eco y reflexión.
No es la mejor entrega de la franquicia, pero tampoco una que deba evitarse. Es una pesadilla conocida, de esas que te hacen apretar los dientes, que te mantienen en tensión y que al final te dejan pensando. Un nuevo capítulo que mantiene vivo el encanto oscuro de la saga, aunque se quede corto en ambición. Para bien y para mal, Little Nightmares sigue siendo Little Nightmares.