Review – Orcs Must Die! Deathtrap

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Deathtrap toma los elementos básicos de Orcs Must Die! y los lleva a un contexto parcialmente inexplorado dentro de la saga, ofreciendo una experiencia roguelike en lugar de la tradicional campaña con progresión lineal. En cada partida, se eligen mapas aleatorios de un grupo predefinido, cada uno con características y obstáculos variables, lo que asegura que cada carrera sea ligeramente diferente. El corazón del juego permanece intacto: elige uno de los siete héroes disponibles (uno desbloqueable) y prepárate para colocar trampas y enfrentarte a hordas de orcos para proteger cristales mágicos. El objetivo principal es sobrevivir a seis oleadas para obtener recompensas, con la opción de arriesgarse y continuar para ganar más calaveras o retirarte para asegurar lo obtenido.

La estructura roguelike aporta un desafío adicional, pero también presenta varios problemas que se detallan más adelante. No recomendaría Deathtrap a quienes se acercan a la serie por primera vez, a menos que busquen una experiencia multijugador o roguelike. Los tutoriales y la interfaz son un punto débil, con explicaciones apresuradas y tutoriales poco interactivos en forma de videos detallados. Además, el juego carece de una curva de dificultad suave, lo que puede resultar desconcertante para los nuevos jugadores. La jugabilidad de Deathtrap mantiene la fórmula de acción y estrategia que caracteriza a la serie. Los jugadores eligen a uno de los héroes disponibles al comienzo de cada partida, y cada héroe tiene habilidades únicas. Se pueden equipar hasta siete trampas, además de habilidades especiales relacionadas con el personaje seleccionado, lo que permite personalizar el enfoque en cada mapa.

Las trampas se colocan antes de la invasión enemiga, mientras que, una vez comenzada la partida, los jugadores pueden moverse libremente por el mapa y activar habilidades para apoyar las defensas. La experiencia en modo multijugador funciona bien, ya que la cooperación entre jugadores permite desarrollar estrategias complejas, sobre todo cuando se trata de gestionar diferentes frentes. Sin embargo, el modo en solitario revela algunas limitaciones, ya que los mapas son grandes y claramente diseñados para acomodar a cuatro jugadores. Esto hace que la gestión de todas las brechas y enemigos se vuelva más compleja y, en ocasiones, frustrante. Una de las principales novedades de Deathtrap es el sistema de barricadas, que ha sido revisado en comparación con los juegos anteriores. Al principio, los jugadores tienen un número limitado de barricadas (más en solitario, menos en multijugador, y distribuidas entre los jugadores).

Su objetivo ya no es solo bloquear a los enemigos, sino controlar su ruta, dirigiéndolos por caminos más favorables. Aunque esta mecánica agrega un componente estratégico interesante, también puede ser frustrante, sobre todo para quienes están acostumbrados a los capítulos anteriores. Colocarlas manualmente en mapas grandes diseñados para múltiples jugadores puede volverse tedioso. El sistema de cables introduce una dinámica adicional, permitiendo a los jugadores elegir entre tres mejoras para su héroe en cada ola. Sin embargo, la utilidad de estas mejoras es frecuentemente cuestionable, ya que la aleatoriedad del sistema puede perjudicar una partida, especialmente cuando los mapas no están equilibrados y los malos usos se acumulan.

El juego también peca de una falta de variedad en cuanto a mapas y modificadores, lo que afecta su rejugabilidad, y presenta una progresión lenta debido a la gran cantidad de calaveras necesarias para desbloquear actualizaciones y mejorar las trampas. En cuanto a las trampas, Deathtrap ofrece una variedad decente, aunque no particularmente creativa en comparación con entregas anteriores. Los mapas podrían tener más variantes o, al menos, versiones más pequeñas para adaptarse a menos jugadores, lo que daría la ilusión de un diseño procedimental más variado. Los héroes, por su parte, están bien caracterizados tanto estéticamente como en términos de habilidades. Hay personajes enfocados en combate cuerpo a cuerpo y otros más efectivos a distancia, aunque estos últimos tienden a ser más poderosos.

Sin embargo, uno de los aspectos más desaprovechados en esta entrega es la ausencia de una historia estructurada. Aunque la narrativa nunca fue el eje central de la serie, Deathtrap carece completamente de trama, lo que le resta algo de la esencia cómica que los primeros juegos tenían. Aunque los orcos siguen siendo divertidos y bien animados, los héroes, aunque visualmente cuidados, han perdido la personalidad que los hizo memorables en entregas pasadas.

CONCLUSIÓN

Deathtrap es un experimento interesante que combina la jugabilidad clásica de Orcs Must Die! con elementos roguelike y un énfasis en el modo multijugador. A pesar de sus novedades, el juego presenta una estructura desequilibrada, con un sistema de actualizaciones poco estimulante. Sin embargo, sigue siendo un título disfrutable para los fanáticos de la franquicia o para aquellos que buscan una experiencia cooperativa en línea centrada en la defensa con trampas.

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