Painkiller regresa desde las llamas del Purgatorio con un reboot que combina velocidad, brutalidad y demonios a raudales. Anshar Studios y 3D Realms rescatan la esencia del clásico de 2004, pero lo hacen sin depender únicamente de la nostalgia: el juego mira hacia adelante, buscando atraer a jugadores curiosos mientras deja que los veteranos ajusten sus expectativas. En esta nueva versión, el Purgatorio se presenta como un laberinto de biomas góticos, lleno de trampas y hordas de enemigos. El jugador encarna un alma en pena, condenada por sus propios pecados, con la misión de detener a Azazel y evitar la invasión de la Tierra. La historia es simple, a veces incluso forzada, pero nunca pretende robar protagonismo a la acción pura: aquí, el combate es el rey.

La mecánica fundamental sigue siendo la misma que definió el juego original: moverse, disparar y sobrevivir. Pero Anshar Studios ha incorporado un enfoque moderno, potenciando la verticalidad y la movilidad del personaje. El gancho permite desplazarse con libertad por el entorno, mientras que el dash, los rebotes en pared y los deslizamientos suman dinamismo a cada encuentro. La física no siempre es perfecta, pero cuando funciona, el ritmo de los combates es apabullante. La campaña principal, estructurada en nueve misiones repartidas en tres biomas distintos, culmina en enfrentamientos contra jefes Nephilim, gigantescos y perturbadores guardianes. Entre batallas se recolecta oro y “Almas Antiguas”, que permiten desbloquear armas, variantes, mejoras y cartas de tarot que personalizan el estilo de juego. Más de cuarenta cartas ofrecen combinaciones ofensivas, defensivas y de utilidad, añadiendo estrategia y variedad a cada run.

Los cuatro personajes jugables —Ink, Void, Sol y Roch— representan estilos distintos: regeneración rápida, mayor salud, daño elevado o capacidad de munición superior. Las diferencias, aunque sutiles, se sienten al combinarlas con el sistema de cartas y la variedad de armas. La verdadera innovación del reboot es la modalidad cooperativa online hasta tres jugadores, donde las sinergias elementales y las cadenas de ataques (fuego, hielo, electricidad, gravedad) potencian la acción en equipo. En cambio, la IA de los bots en modo offline aún deja que desear. El arsenal sigue siendo el pilar del juego. Regresan armas icónicas como el Stake Gun y el Electro Driver, ahora con modos de disparo dual y efectos elementales, junto a granadas incendiarias y proyectiles gravitacionales que permiten manipular a los enemigos a placer. La espada que da nombre al juego, Painkiller, sigue siendo letal, perfecta para despedazar demonios y mantener la sensación de caos absoluto.
El modo Rogue Angel introduce un roguelike con siete arenas generadas aleatoriamente, donde cada partida reinicia la progresión y mejoras. Es un experimento interesante que rompe la linealidad de los raids y aumenta la rejugabilidad, mostrando la intención de los desarrolladores de evolucionar la fórmula sin depender solo de la nostalgia. Gráficamente, el juego impresiona en algunos momentos, aunque la calidad de texturas e iluminación es desigual; los entornos góticos y las catedrales ofrecen la atmósfera adecuada, acompañados de un soundtrack industrial y efectos sonoros que refuerzan la intensidad.