Pirates VR: Jolly Roger promete sumergirte en una aventura pirata llena de exploración, puzles y combates contra esqueletos no muertos, con un ambiente que logra capturar la esencia de los juegos de realidad virtual hechos para PC. Desarrollado durante unos seis años por un equipo indie, el título se siente diseñado para funcionar especialmente bien en dispositivos clásicos como el Oculus Rift CV1, aprovechando sus pantallas OLED para lograr imágenes nítidas y con buen contraste, especialmente en las áreas oscuras de las cuevas. Con una RTX 4080 y ajustes en Ultra (aunque bajando el antialiasing a Alto para ganar rendimiento sin perder calidad visual notable), es posible alcanzar tasas estables de 80 a 90 fps, lo que asegura una experiencia fluida.
El mundo del juego, aunque no rivaliza con otros títulos de aventura más pulidos o con mejores gráficos, tiene detalles que merecen reconocimiento: una isla con una playa muy bien lograda, iluminación dinámica en tiempo real y texturas en alta resolución que generan una atmósfera inmersiva. Las mecánicas de escalada, con cuerdas, lianas y superficies cubiertas de musgo en lugar de las típicas marcas amarillas, aportan frescura y variedad a la exploración. Resolver puzles consiste en encontrar objetos que permitan avanzar, como usar un tronco para ahuyentar jaguares o combinar piezas de un pico para romper rocas, aunque estas se sienten demasiado básicas y poco inspiradas.
El combate, sin embargo, es el punto más débil del juego. Enfrentarse a oleadas de esqueletos que aparecen de la nada y corren directo hacia ti se siente repetitivo y poco satisfactorio, con una mecánica de recarga que puede resultar confusa (hay que mover la pistola hacia el cargador en el cinturón para recargar, pero no siempre es intuitivo). La linterna mágica funciona tanto para iluminar como para atacar, aunque la falta de indicadores claros sobre el tiempo de carga o duración del ataque añade frustración. En general, la experiencia de combate recuerda a los juegos de disparos en oleadas de hace varios años y se siente desactualizada para 2025.
La narrativa no es protagonista; no hay diálogos extensos ni coleccionables que profundicen en la historia. Esta se transmite principalmente a través del entorno y las acciones del personaje, acompañado por un loro parlanchín que, aunque aporta un toque de humor, puede volverse molesto por sus constantes repeticiones. La progresión se siente algo lineal y la falta de guardados manuales —solo hay puntos de autoguardado poco frecuentes— puede hacer que los errores o bugs sean penalizantes, ya que el juego presenta algunas fallas técnicas que obligan a reiniciar secciones.