Shin Chan es uno de esos productos de la cultura japonesa que enfrenta dificultades para ser traducido de manera efectiva al contexto occidental. Gran parte de su humor proviene del uso extravagante del lenguaje por parte de Shinnosuke y su comportamiento juguetón. Por lo tanto, quienes no conocen la cultura o el idioma japonés podrían no entender muchas de las bromas. A pesar de estas dificultades, Shin Chan ha encontrado cierta popularidad en otras partes de Asia, donde hay mayor compatibilidad cultural. Su humor es a menudo sarcástico, juega con estereotipos y tiene alusiones sexuales, mientras se mantiene en un estilo familiar. Es una serie que, aunque no siempre es comprendida del todo en Occidente, ha logrado un lugar en el corazón de quienes aprecian su irreverencia y humor surrealista.

Shin Chan: Shiro and the Coal Town sigue el éxito de 2022 de Shin Chan: Me and the Professor on Summer Vacation – The Endless Seven-Day Journey, formando parte de la serie Bokunatsu de Kaz Ayabe. Al principio, la familia de Shin-chan se muda a un pueblo rural porque el padre, recibe un trabajo cerca de su ciudad natal, en Akita. Como Shin-chan, el jugador debe explorar el pueblo, ayudando a los locales con misiones que incluyen actividades como pescar, atrapar insectos y recolectar objetos, siempre bajo la protección (no siempre políticamente correcta) de su abuelo. Este inicio lento y acogedor se ve interrumpido por el descubrimiento de una misteriosa línea de tren oculta en la vegetación que rodea el pueblo, hecha por Shinnosuke y su perro Shiro.

El tren, que podría describirse mejor como tranvía, solo tiene una parada: Coal Town. Como sugiere el título, este lugar ofrece un entorno completamente diferente, con un diseño más abstracto. Sin embargo, las misiones siguen un patrón similar al del pueblo: los jugadores deben recolectar materiales de las minas para crear nuevas invenciones y avanzar en la historia. Además, en Coal Town hay un restaurante donde los ingredientes de Akita pueden ser usados para completar recetas y expandir el menú, atrayendo más clientes. Aunque el juego se centra en la narrativa slice of life, también tiene dos tramas paralelas, una en el mundo real y otra en el imaginario de Coal Town.

Sin embargo, la historia avanza lentamente, desarrollándose a lo largo de los días que se pasa en Coal Town, lo que representa un punto débil: en un momento, me vi corriendo durante varios días para recolectar cualquier cosa que se me presentara, ya que un objeto clave para la progresión no se señalaba ni estaba disponible hasta alcanzar un número determinado de días. Puede que el problema esté relacionado con las misiones secundarias, pero no estoy seguro. Cada ciudad tiene su propia historia, personajes y actividades, lo que obliga al jugador a dividir su tiempo entre ambas para avanzar en la narrativa general. Por un lado, el idilio rural, y por otro, el bullicio industrial: Shiro and the Coal Town da vida a sus entornos de manera vibrante. Akita evoca nostalgia con sus campos verdes y flores. Senderos secretos se entrelazan entre campos de arroz y arroyos brillantes que fluyen en paz.

En contraste, la historia de Coal Town palpita de vida: sus escaleras desgastadas, callejones concurridos y el tintineo de las máquinas evocan la energía de la era Showa. Esta ciudad deteriorada parece respirar una época perdida, y mientras los jugadores exploran su ritmo antiguo, surge una conexión entre comunidades y lugares olvidados por el progreso. Los bosques iluminados por luciérnagas transmiten una calma mágica, mientras las chabolas resuenan de vitalidad. El paso de los días es fluido, entrelazando nostalgias del pasado y el presente. Despertar al atardecer, con linternas titilantes, invita a la aventura, revelando cada área como páginas de un libro que se abren a recuerdos olvidados. En el juego, la gestión del tiempo es esencial: hay que decidir cuándo recolectar materiales como minerales, plantas, insectos y peces, cuándo avanzar en la historia principal y cuándo dedicarse a las misiones secundarias.

Al igual que su predecesor, el juego sigue principalmente una estructura de misiones de recolección: la mayoría de las veces se trata de obtener un objeto para entregarlo a alguien. Sin embargo, esta simplicidad se enriquece con la atmósfera y el descubrimiento, convirtiendo cada misión en una pequeña parte de un mundo vívido y nostálgico. Uno de los aspectos que resulta ser un gran punto fuerte es un minijuego de carreras que me divirtió mucho. Para progresar, hay que recolectar objetos y desbloquear mejoras que te permitirán enfrentar y ganar carreras cada vez más desafiantes. Este minijuego no es solo un añadido opcional, sino que está estrechamente vinculado a la batalla final contra el jefe, que es fenomenal.
Un aspecto que merece mención en Shin Chan: Shiro and the Coal Town es su estilo artístico. Cada entorno está bellamente dibujado a mano, invitando al jugador a explorarlo, mientras que los personajes, diseñados en un estilo cel-shading, se integran perfectamente en el escenario, creando la sensación de estar inmerso en el dibujo animado que tanto disfrutabas. Como si el estilo artístico no fuera ya impresionante, el juego está acompañado de una banda sonora maravillosa. Cada pieza musical capta a la perfección el tono de las escenas, ya sean cómicas, dramáticas o emocionantes, y se destaca especialmente en las escenas intermedias.