The Alters es la nueva propuesta de 11 bit studios, el reconocido equipo polaco detrás de títulos como This War of Mine y Frostpunk. En esta ocasión, nos presentan una experiencia profundamente narrativa y estratégica, donde la supervivencia no solo depende de los recursos que encontremos, sino también de nuestras propias decisiones… y de nosotros mismos. Literalmente. En esta aventura, encarnamos a Jan Dolski, único sobreviviente de una misión espacial estrellada en un planeta desconocido y letal. Aislado y sin esperanza aparente, su única salida es encontrar una forma de escapar antes de que el sol vuelva a salir —evento que, en este mundo, no significa un nuevo amanecer, sino una condena segura. Para lograrlo, Jan deberá mantener su base móvil en funcionamiento, explorar entornos hostiles y, lo más inquietante de todo, crear copias alternativas de sí mismo: los alters.

La premisa de The Alters se apoya en un concepto provocador: ¿qué habría pasado si hubieras tomado decisiones diferentes en tu vida? A través de una sustancia ficticia llamada Rapidium, Jan puede generar versiones alternativas de sí mismo, cada una con habilidades y personalidades distintas según las elecciones de vida que “no tomó”. Estos alters no son simples NPC; tienen voluntad, emociones y conflictos. Pueden convertirse en tus mejores aliados o en una amenaza latente si no atiendes sus necesidades físicas y emocionales. Cada alter tiene un rol asignado: técnico, médico, científico, agricultor, entre otros. Y aunque pueden facilitar enormemente la gestión de la base y la exploración del entorno, requieren atención constante. Una mala gestión emocional o un fallo logístico puede desencadenar disputas, desobediencia, o incluso tragedias. En The Alters, no hay descanso para el líder… porque cada miembro de la tripulación es, en esencia, uno mismo.

El corazón del juego gira en torno a la construcción y el mantenimiento de una base móvil, que avanza por un terreno hostil en constante cambio. La planificación es clave: cada módulo que añadimos —desde laboratorios hasta cocinas, dormitorios o invernaderos— incrementa el peso de la plataforma y, por ende, la cantidad de recursos orgánicos necesarios para continuar avanzando. Las tareas no se limitan al interior de la base. Salir al exterior implica riesgos severos: radiación, condiciones climáticas extremas y un entorno cada vez más agresivo. La exploración debe ser medida y eficiente, ya que el tiempo fuera está contado. Durante estas salidas, es posible establecer puestos mineros conectados a la base mediante torres, lo que permite recolectar recursos más rápido. Pero todo esto requiere preparación, herramientas adecuadas y, sobre todo, planificación compartida con los alters.

Cuando algo sale mal —como suele pasar en The Alters—, las consecuencias pueden ser graves. Una exposición prolongada a la radiación puede dejar a Jan o a sus alters fuera de combate por días. Y, sin suficientes manos disponibles, la base entera corre el riesgo de paralizarse. Desde lo técnico, The Alters deslumbra. Su dirección artística combina un realismo sucio y opresivo con una elegancia visual impresionante. En configuración ultra en PC, la experiencia es impactante: texturas, iluminación y efectos ambientales trabajan en conjunto para transmitir la sensación de aislamiento y peligro constante. La banda sonora es otro punto alto, con melodías melancólicas que refuerzan el tono existencial del juego. A eso se le suma un excelente doblaje en inglés, que otorga aún más carácter a los alters y a Jan en sus múltiples facetas.
No hay duda de que The Alters es una obra audaz e inteligente. Combina mecánicas de gestión y supervivencia con una narrativa personal y filosófica que invita a reflexionar sobre la identidad, el arrepentimiento y el valor de nuestras decisiones. Sin embargo, no es un juego para todos. Su dificultad, ritmo exigente y su constante necesidad de microgestión pueden resultar abrumadores para quienes buscan una experiencia más relajada.