En Xenoblade Chronicles X, una obra que cautivó tanto a público como a crítica al llegar a Wii U, la experiencia de vastedad y exploración se lleva al límite, y la Definitive Edition logra reavivar todo lo que hizo grande al juego original. Este título es el cierre perfecto para el ciclo de Switch, mostrando la evolución de la saga con algunos ajustes que, aunque no exentos de controversia, enriquecen la experiencia. Desde el primer momento en Mira, el planeta alienígena donde transcurre la historia, el jugador es sumergido en una sensación de amplitud y descubrimiento. El juego nos coloca en los zapatos de una humanidad que huye de la Tierra y busca reconstruir su existencia en un mundo tan imponente como desconocido. Aquí, la libertad de exploración se convierte en el núcleo del juego, permitiendo a los jugadores perderse por horas descubriendo criaturas y secretos escondidos, sin una mano que los guíe.

A pesar de que la narrativa comienza de forma pausada, la historia crece en intensidad, llevando al jugador a reflexionar sobre temas de resiliencia y adaptación. El elenco de personajes, con figuras como Lin y Lao, se desvela poco a poco, sin apresurarse, permitiendo que el jugador se enfoque en la exploración y en las interacciones a su propio ritmo. Es un enfoque maduro, que, aunque pueda parecer lento, recompensa la paciencia con una de las tramas más profundas en el ámbito de los JRPGs. Sin embargo, no todo es perfecto. En esta Definitive Edition se simplifican algunos aspectos que antes resultaban más desafiantes. La eliminación del sistema de Livelli BLADE y la reestructuración de la progresión de misiones hacen que el juego sea más accesible, pero también pierda un poco de esa sensación de desafío que caracterizaba a la versión original. Esta decisión tiene un impacto directo en el ritmo de juego, facilitando la experiencia, pero a costa de un balance que muchos veteranos de la serie apreciaban.

El sistema de combate, por su parte, ha envejecido, pero sigue siendo profundo. Aunque no cuenta con las innovaciones de los títulos posteriores de la saga, introduce mecánicas interesantes como el uso estratégico de habilidades y las batallas cuerpo a cuerpo, en las que la posición frente al enemigo marca la diferencia. A pesar de sus limitaciones, el combate sigue siendo un pilar sólido de la experiencia, y con el tiempo se va enriqueciendo conforme el jugador gana más habilidades. Los Skell, enormes exoesqueletos transformables, se introducen a mitad de juego y transforman la manera en que se explora Mira y se libran batallas. No obstante, requieren un manejo cuidadoso de recursos y planificación estratégica, ya que el combustible y el costo de los Skell se convierten en un nuevo reto logístico. Esta mecánica, aunque espectacular, añade complejidad al ya intrincado sistema de juego.
En cuanto a lo técnico, la Definitive Edition brilla en la portabilidad. La resolución de las texturas y los modelos de los personajes ha mejorado considerablemente, y la música compuesta por Hiroyuki Sawano suena mejor que nunca. Sin embargo, cuando el juego se juega en modo dock, las caídas de frame rate y los problemas de resolución son más evidentes, lo que destaca las limitaciones de hardware de la Switch.